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sábado, 29 de septiembre de 2012

~2.~

 -¡Mañana quiero eso fuera de casa! ¿Me oyes, Mery Margaret? - chilla la mujer antes de que la pelirroja se encierre en su habitación con un fuerte portazo. Cuelga su abrigo en el perchero. Quita la bufanda al animal y lo deja sobre su cama con suavidad. La gata se retuerce entre las sábanas ronroneando. Es ese gesto el que hace a Mery soltar un suspiro de resignación.

 -¿Qué voy a hacer contigo, pequeña? - pregunta en un susurro mientras la acaricia cariñosamente. Sus ojos grises la miran fijamente. La chica se pone el pijama para estar cómoda y coge a la gata en brazos. Sale de su cuarto, rezando para no encontrarse con su madre. Pero la encuentra en la cocina. Suspira y coge un bol ante sus reprochantes ojos y abre la nevera, de la que saca el break de leche y vierte un poco en el cacharro. Lo pone ante el animal, pero este no se inmuta. Para sus sorpresa, es la mujer cuarentona la que se ofrece a ayudar.

 -Échale... - se aclara la garganta. - Échale pan. Alimentará más. - contesta en un tono sereno. La chica asiente y hace lo que su madre la recomienda. Pasa media hora de agonía hasta que la gata empieza a sentir curiosidad por la comida y se acerca. Maulla y empieza a masticar ansiosamente. La pelirroja sonríe.

 Solo aparta su atención para coger un vaso y servirse agua del grifo. Bebe y vuelve a mirar a la comilona gata.

 -Puede quedarse. - suspira su madre y Mery empieza a reírse con histeria. - Shh, con una condición. - hace una pausa. - Te tienes que responsabilizar de ella, darla de comer, limpiar su caja de arena y todo eso.

 La chica asiente y sabe perfectamente lo primero que tiene que hacer. La nueva mascota de Mery la mira esperando sus palabras con impaciencia.

 -Te llamaré Midnigt. -dice con tono decidido.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

~1.~

 La chica pelirroja camina pensativa, mascando chicle de fresa mientras escucha su canción preferida a través de sus auriculares. La lluvia no ha cesado en todo el día, más todo sigue gris y nublado, como su paraguas, que se queja del viento que se ha levantado. El callejón dónde resbaló sigue escurridizo y difícil de atravesar, por lo que rodea la manzana, rompiendo su ruta habitual.

 Lo que hay al lado opuesto del callejón, es un párking medio vacío. Ella camina a un lado de este, golpeando una lata del suelo con el pie. Es entonces cuando ve la caja. Es de tamaño mediano, de un cartón empapado a medio deshacer. Dentro se oye algo. Se quita uno de los cascos para oír mejor y el sonido se repite. Es un maullido.

 Abre la tapa de la caja y la ve. Es una hembra de gato; pequeña y de pelaje negro como el carbón: sus ojitos grises miran a los ojos de la pelirroja, se le clavan dentro, la hipnotizan. Estira sus cortas patitas intentando salir de su improvisada jaula de cartón. También hay una nota. ''Gatos gratis debido a intentar conseguirles una <<bida>> mejor'' la sorprende la mala ortografía de la carta, pero al hablar en plural, entiende que había más gatos en esa caja que esta pequeña, pero nadie la ha querido.

 La pelirroja está conmovida, no cree que su madre la vaya a dejar llevar el animal a casa, pero no puede dejarla así, pasando frío bajo la lluvia. La coge con delicadeza, se quita su bufanda y la enrolla alrededor de su fino cuerpito, la gata sigue maullando, pero no se mueve, ya que se siente cómoda y calentita.

 -Tú te vienes conmigo. -susurra la chica dándola un toquecito en el hocico, y prosigue su camino.

martes, 25 de septiembre de 2012

~0.~

 La chica de cabello rojizo, recogido en una gruesa y larga trenza, camina por la calle a paso de tortuga mientras la lluvia rueda hasta caer por los extremos de su paraguas gris. Suspira y mira el reloj de su muñeca. Suelta un taco entre dientes y echa a correr sujetando la mochila a su espalda. Atraviesa el paso de cebra con el semáforo en rojo, un coche la pita frenando en seco, pero ella prosigue su camino. Corre y corre por el callejón que da a su destino; en dicho momento, resbala por el suelo empapado y cae de culo. Se levanta resoplando por el esfuerzo, aliviada al saber que nadie la ha visto caer, se sacude la ropa y sigue corriendo.

 Tres minutos después, la chica ha llegado al instituto. Están a punto de cerrar las puertas en sus narices, pero dejan que entre. Susurra un ''gracias'' y camina hacia el edificio de la izquierda del recinto. Cierra su paraguas, sube a la segunda planta y entra en la clase de 1º de Bachillerato B. Se quita bufanda y guantes, colgándolos con el abrigo en el perchero. Se sienta en su sitio y mira a la chica de al lado cuando esta le empieza a hablar.

 -Casi llegas tarde otra vez, ¿eh? - adivina sonriente.

 La pelirroja asiente y dirige su mirada hacia el frente, pues la clase está a punto de empezar.